Debo admitir que estaba muy pero muy emocionada por Sex and the City 2. Call me old fashioned, pero me encantan las secuelas; siempre sentí que hay que darle bolilla a las segundas partes, y que no siempre son peores que las primeras...pero este no es el caso.
La ropa: impecable. Los paisajes: pintados. La trama? Not so much. Me vuelven loca (en el buen sentido, clearly) las idas y venidas entre Carrie y Big, pero last time I checked, SATC era sobre 4 amigas, no Carrie y su séquito. Y sus actitudes para con sus amigas, esas que la bancaron durante 6 años, deja mucho que desear. Pero bueno, eso pasa en la vida real también, asi que a no quejarse...
Hay un par de perlitas de humor esparcidas durante las 2 horas y media que dura la peli, pero creo que no es suficiente: apesta a trilogía y, como buena segunda parte, no se esfuerza demasiado. No importa, me pongo la camiseta igual y creo que todas sabíamos lo que nos esperaba. Vamos, que no es Shakespeare! Nadie realmente va por el argumento, sino por los zapatos, las polleras, los vestidos, las carteras...
Samantha, siempre mi favorita, se destaca como una mujer menopáusica que se rehúsa a aceptar lo que le pasa; Charlotte nos muestra que no siempre la familia que soñamos se traduce a felicidad, y Miranda reinvindica al feminismo (no es santo de mi devoción, claramente, pero debo admitir que está más graciosa y con un sex appeal reloaded. Weird)
Algo que me pareció muy descolgado y bizarrísimo es el casamiento entre Stanford y Anthony. Podrían haber explotado muchísimo más el jugo de esa relación, y sin embargo su rol se vio reducido a una boda gay completamente ostentosa (y de mi sueños, debo aclarar) con cameo de la única e incomparable Liza - with a Z - que sigue teniendo la chispa de sus años dorados.
All in all, es una película que se deja ver, pero a no ir con muchas expectativas...uno de sus grupos de protagonistas - el otro es la ropa - deja un poco que desear.
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