Cuando se está al borde de un precipicio, y la posibilidad de saltar para llegar al otro lado es tangible, es normal que el propio cuerpo se resista. El miedo paraliza, los pies no responden y por más que una voz en la cabeza diga 'Hacelo! Salta!' cuesta. Y muchísimo.
Si alguien nos empuja, se encontrará con (todavía) más resistencia. No es lindo que decidan por nosotros, y el cuerpo sigue sin entender que, a veces, es por nuestro propio bien. Que hay que tirar las restricciones al viento y jugársela. Quizás te vaya mal, quizás no, pero nunca lo vas a saber si no lo hacés, no?
En fin, a lo que iba es que después de esa resistencia inicial al recibir el empujon de un tercero, viene la libertad de decir 'Fuck it' y mandarse. Inevitablemente, llega. Y yo, por ahora, estoy resistiendo...pero se, en el fondo, que falta menos para saltar.
No comments:
Post a Comment