Tuesday 27 December 2011

You can't choose what stays and what fades away.

Necesité que la colorada Florence Welch lo cante casi a los gritos para que lo asimile (o empiece a hacerlo): no tengo control sobre el 80% de las cosas que conforman mi vida. No puedo controlar a mi (ahora ex) pareja, a mis amigos, a mi familia, a mi perro, a mis clientes.

No puedo controlar la situaciones que voy viviendo en el día a día. No puedo controlar las reacciones de los demás. Y siempre me estresó esto de sentirme impotente ante los demás; siempre tuve la necesidad de querer manejar todo. Y a todos.

No me fue bien. La gente, si quiere, te deja de buenas a primeras. Porque cambia, obvio. Porque quizás ya no siente lo mismo hacia vos. O quizás sí, pero se rodea de gente mediocre que le llena la cabeza de mierda. But I digress... La cuestión es que la gente va a actuar como se le cante el culo, sin importarle mucho si te rompen el corazón y desacomodan todo lo que vos acomodaste por mucho tiempo en el proceso.

De alguna manera, el ser consciente de que no puedo elegir qué es lo que se queda a mi lado y qué es lo que se va, básicamente porque lo elige otro ser, me sacó una especie de peso de encima. Tengo que preocuparme por todo aquello que está en mi control. Y lo que está en mi control termina en las yemas de mis dedos. De ahí, para afuera, es el problema de otro.

No digo que me va a ser fácil. Me va a costar dejar de ser una Control Freak...pero you can't blame a girl for tryin'.

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