Anoche me puse a pensar por qué seguí siendo amiga de mis amigos. O mejor dicho, de algunos amigos. Acaso realmente el corazón extraña a aquellos que se fueron? O mi mente, por inercia, le dice que tiene que extrañar?
Siempre mantuve relaciones que ya no funcionaban por miedo a cortar algo antes de tiempo y arrepentirme una vez que todo ya tuviese un punto final. Pero qué pasa cuando los demás se olvidan, te cambian, te mienten a la cara, son hipócritas y falsos? Pasa que ya no te interesa todo aquello que no suma.
Entonces te preparás para quemar otro puente. Pero todo bien con esa gente que quedó del otro lado, igual; las personas cambian. Y no hay por qué recriminarse nada. Se fueron en direcciones opuestas y ya lo único que tienen en comun es un pasado lleno de recuerdos que todavía, por momentos, te hacen sonreir.
Y eso te hace sonreir, mientras prendés un fósforo y te agachás para iniciar el fuego que va a liberarte de una mochila que hace rato te viene pesando, y bastante.
Ahora, a seguir mirando para adelante.
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