Monday 21 November 2011

Run Baby Run

Siempre fui una persona ansiosa. Apurada. Aceleradísima como pocas. Y me costó bastante aceptar la idea de que no todos pueden seguirme el ritmo.

Y la vida, irónica y jodona como pocas, quiso que me enamore de una persona completamente opuesta a mi. Alguien que se apura solo cuando se lo piden. Cuando la situación así lo requiere. Cuando es necesario. Entonces qué pasa? Pasa que todo explotó. Y es una cagada, porque el corazón no tiene switch off (aunque sería genial si fuese así) y no podes dejar de sentir, menos de un día para el otro.

Durante la semana estás jaded. Te concentrás en el trabajo, en el estudio, en el gimnasio, en tus amigos. Te reís. Te ponés seria. Vas de shopping. Ocupás tu mente para no pensar en 'él'. Y recién a la noche, cuando te acostás en tu cama, esa que en una época era también suya, recién ahí llorás. Recién ahí largas esa tristeza que hace que tu sonrisa desaparezca. Recién ahí sentís todo lo que no sentiste durante el día; porque it's all over but the crying.

Se te complica durante los fines de semana. Se te complica muchísimo, porque eran los días donde eran ustedes dos contra el resto del mundo, y nadie más. Cosas que antes dabas por sentado, ahora las pensas hasta el hartazgo. Pero eso es lo normal, no? El cliché de que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde tiene ese status con motivo, clearly. Y lo que te complica todavía más es saber que el está bien. Sin vos. Feliz. Lejos, cada vez más lejos. Y vos querés alegrarte por el, posta, te gustaría ser una de esas personas desinteresadas que genuinamente quieren lo mejor para el otro...pero no podés. Porque lo que te haría feliz y pararía las lágrimas constantes es que el este al lado tuyo.

Pero no es la realidad. Y tenés que seguir poniendo un pie delante del otro. Porque siempre fuiste ansiosa. Apurada. Aceleradísima como pocas. Y si no todos te pueden seguir el ritmo, no es tu problema.

Vos seguí caminando. Eventualmente, te van a alcanzar.

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