Saturday 12 November 2011

Y ahora qué tienen las olas para decir?

En febrero del 2008 estaba pasándola muy mal. Mi novio me había dejado, una amiga estaba peleando y perdiendo la lucha por su vida, y mi papá estaba cada vez más adentro de una botella.

Lloraba todos los días y sentía que la vejez me iba a encontrar así, patética y llorando. Hasta que llego Interpol. No me animaba a ir a un recital sola; siempre me acompañaba mi novio. Pero ahora ya no estaba! Asique decidí mandarme.

Llegué al Gran Rex y me tocó esperar. Unas canciones de Entre Ríos y después esta banda que tanto me terminaría dando.

Había escuchado todos sus albums. Me gustaban y mucho. Y esa semana previa al recital no había llorado casi nada, básicamente porque me estaba reprimiendo. En el medio del show, bajaron las luces y, casi a oscuras, empezaron a tocar The Lighthouse. Hermosas fotos decoraban las pantallas, y si bien podría haberse creado una atmósfera deprimente, la paz que me inundó fue tal que empecé a llorar. Llorar por mi soledad. Por mi corazón roto. Por mi alma que ya no sabía qué hacer. Por la salida que no parecía encontrar y pretendía esconderse de mi.

Supongo que es una canción triste. Y con cada persona que la discuto, tiene un significado diferente. Pero a mi me reconforta. Me relaja. Me tranquiliza.

Después de esos 5 minutos de llanto en paz, me di cuenta de que esa canción iba a ser especial para siempre. Es mi propia máquina del tiempo. Porque si bien no estaba en un buen momento de mi vida, esos 5 minutos pusieron todo en perspectiva. Esos 5 minutos me envolvieron con melodías que me llevaron a ver todo desde otro lugar. Esos 5 minutos me enseñaron que las nubes siempre, pero siempre, terminan pasando.

Y voy a atesorar hasta el fin de mis dias.

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